🌾 La alianza en sangre

En los altares del desierto y en las parábolas de Jesús, el cielo revela un misterio: el amor que no se impone, sino que espera.

✨ Versículo guía del día
“Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes.” – Éxodo 24,8

Gracias, Señor, por los pactos que no se rompen.
Por cada promesa escrita con tu amor.
Por las veces en que dijiste: “Yo seré tu Dios”…
y lo has cumplido, incluso cuando nosotros fallamos.

Hoy, hazme fiel.
Hazme libre.
Hazme tuyo.

📖 Primera lectura – Éxodo 24, 3-8
Moisés transmite al pueblo todo lo que el Señor ha dicho. El pueblo responde con obediencia y se sella la alianza con sangre, como señal del compromiso de Dios con su pueblo.

📜 Evangelio – Mateo 13, 24-30
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre:
“El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó.
Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.
Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: ‘Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?’
El amo les respondió: ‘De seguro lo hizo un enemigo mío’.
Ellos le dijeron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’
Pero él les contestó: ‘No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero’”.

 Hay momentos en que el bien y el mal parecen indistinguibles.
Donde el campo de nuestra vida se llena de confusión, de contradicciones.
Y quisiéramos arrancar de raíz todo lo que no entendemos, todo lo que parece obstáculo.

Pero Jesús, con paciencia divina, nos dice:
“No lo hagas. Deja crecer.”

Porque no todo lo que hoy parece malo lo es.
Porque si arrancamos con ira, podemos dañar lo que sí dará fruto.

Y mientras tanto, Dios firma su pacto con nosotros.
No con tinta, sino con sangre.
No sobre piedra, sino sobre el corazón.

Hoy, confía en el tiempo de la cosecha.
Dios sabrá separar la cizaña…
y guardar tu trigo.

Confía en que Dios sabe distinguir entre el trigo y la cizaña.
Hoy, en vez de juzgar, observa. En vez de arrancar, espera.
Dale espacio a la misericordia.

 Gracias, Señor, por esta jornada.
Si hoy vi cizaña, ayúdame a no desesperar.
Si vi trigo, enséñame a cuidarlo con ternura.
Hazme paciente como tú.
Firme en tu promesa, confiado en tu justicia.
Que mi descanso también sea siembra de paz.
Amén.

Abraham ruega por una ciudad pecadora.
Jesús enseña a orar con insistencia.
¿Sabemos interceder como él?